Perros M/L para principiantes
Para entender mejor el porqué de este título, vamos a imaginar tres situaciones cotidianas que se pueden dar con un, por ejemplo, mastín leonés;
- Sales a la calle con intención de ir al veterinario. El perro, que ya conoce el camino, se para y no quiere andar. Entonces tú, o eres muy fuerte y logras arrastrarlo, o le convences con buenas palabras y/o premios, o esperas a que se decida a seguirte (en todo caso, llama un profesional ¡que para eso estamos!).
- Necesitas montar al perro en tu coche y, por lo que sea, se niega a subir al maletero. Pues ya sabes... (ver la parte azul del párrafo anterior).
- Cada día en el paseo él decide a dónde ir y qué trayecto es el mejor y "te convence" tirando de la correa y arrastrándote hasta ese destino. Ya puedes empezar a buscar un fisio para la espalda, un psicólogo para tu mal humor y, sobre todo, un profesional para tu perro.
Ahora imaginemos estas tres mismas situaciones con un Yorkshire:
- Decide que no quiere andar. Lo coges y punto.
- No quiere subir al maletero. Lo coges y punto.
- Tira de la correa. O no haces ni caso, o lo coges y punto.
¿Diferente, verdad?
Siempre decimos que un perro es un perro, que el tamaño no importa, y eso no es del todo cierto.
Hace miles de años, algunos lobos decidieron aliarse con el enemigo y acercarse a esa pandilla de humanos que le estaba robando la caza. Esta elección los convirtió en perros y les garantizó algo de comida a cambio de duro trabajo.
Algunas decisiones posteriores las fuimos tomando a medias; Nosotros empezamos a cruzar individuos que habían resultado brillantes en determinadas labores y así, con paciencia y observación, se fueron creando las razas de trabajo y ellos, por su parte, se fueron distanciando de sus "primos" los lobos, especializándose en psicología humana y aprendiendo a poner caras que nos conmovieran para, poco a poco, ir ganando terreno en nuestros corazones y hacerse esos compañeros imprescindibles. No hay más que echar un vistazo a un parque de perros para comprobar qué cantidad de especializaciones se consiguieron y qué cantidad de tonterías somos capaces de hacer cuando nos ponen "esas caras".
Pero, como en todas las historias, algunos salieron más favorecidos que otros; un Gran danés y un chiguagua representan los resultados de querer estirar y encoger hasta el límite una especie buscando adaptarla a nuestras necesidades; las consecuencias las conocen muchos de sus propietarios: en el primero son una tendencia a la torsión gástrica, a la cardiomiopatía y menor esperanza de vida y en el segundo, propensión a luxación de rótula, soplos cardíacos y anomalías oculares en entre otras posibles patologías. Pero el humilde chiguagua, y es aquí dónde queríamos llegar, además tendrá que padecer la indefensión que le produce el ser pequeño y manejable.
Tiene que ser muy, muy frustrante que de igual lo que quieras y cómo lo expreses porque tu opinión no se va a tener en cuenta nunca, que por mucho que te esfuerces en mostrar todo tu repertorio para comunicar que, por ejemplo, no te gusta que te achuchen como si fueras un peluche, nada, ellos lo siguen haciendo porque no te han entendido. Si a esta situación añadimos que en el proceso de "enpequeñecimiento" de la raza, no todas las partes decrecieron igual por lo que probablemente este pequeño ser no esté a gusto en su propio cuerpo, el resultado es una vida que necesita la colaboración de manos expertas o de personas conscientes de estar dispuestas a ser extremadamente respetuosas. Y son precisamente lo perros pequeños, los que caen en las manos más inexpertas quedando expuestos a todo tipo de torturas bienintencionadas.
Por eso recomendamos que cuando vayas a elegir tu primer perro, elijas uno que sea lo suficientemente grande para no parecer un juguete, que busques asesoramiento para poder entender su lenguaje y que intentes compensar su tamaño con grandes dosis de delicadeza y respeto. Porque, a veces, el tamaño sí importa y que sea feliz depende en gran medida de ti:
