La playa
Verano, calor, la playa. Desde la toalla escucho a una señora escandalizarse del atrevimiento de las gaviotas... Parece que en una playa cualquiera de España sólo hay arena pero, en casi todas, puede haber gaviotas, cormoranes, chorlitos, estrellas de mar, cangrejos, alguna nutria si desemboca un río, tábanos, pez escorpión, moscas, gatos que viven cerca, mejillones, pulgas de agua y cientos de especies que comparten el mismo espacio. Por no hablar del mar. Eso si que es un campo infinito. Invito a cualquiera que pruebe a ponerse unas gafas de buceo y sumerja la cabeza en el agua: animales que se entierran, bosques de algas de colores, bancos de peces que se expanden y se reúnen como fuegos artificiales, medusas, cangrejos grandes, medianos, pequeños, mínimos. Y las olas, la espuma, el olor a mar. Y la arena y la brisa. Entonces, llegas a la playa con ganas de correr, revolcarte por la arena entre risas, hacer el pino, lanzarte entre tropiezos y gritos al agua con tú amigo y compañero de viaje y... No puedes porque es ¡UN PERRO! y la normativa le impide compartir estos momentos contigo.
